Las preocupaciones hacen que soñemos más, porque el cerebro sigue trabajando cuando estamos dormidos empeñado en encontrar soluciones y recobrar el equilibrio. Las crisis son generadoras de cambios pero también nos pueden bloquear y producir pesadillas.
También nos dice que los sueños se pueden controlar cuando son negativos y autodestructivos y cambiarlos por otros más positivos y constructivos. Pero antes hay que reconocer qué es lo que nos quieren decir esos sueños y hacer el cambio consecuente, porque éste será el que reforzará una nueva actitud positiva que podrá transformar nuestra vida y también nuestros sueños.
El método RISC es una técnica que permite cambiar los sueños. Según esta terapia, primero hay que reconocer que se está en medio de una pesadilla, segundo, identificar el motivo que nos hace sentir mal, tercero, detenerlo y cuarto cambiar el argumento.
El Dr.Silva, pionero en control mental, afirmaba que es posible programar nuestros sueños antes de dormirnos; de modo que consultar con la almohada no es una recomendación sin fundamento, porque podemos despertarnos al día siguiente con la idea que estábamos buscando.
Las experiencias traumáticas de la infancia vuelven en nuestros sueños enmascaradas como símbolos. Estos suelen ser los sueños recurrentes que casi siempre tienen un significado oculto. La represión guardó las imágenes temidas en el inconsciente y éstas tratan de salir a la luz en los sueños para lograr el equilibrio psíquico.
Una emoción reprimida necesita ser revivida con toda su intensidad, porque sólo esa elaboración emocional es la que derriba las barreras y nos permite seguir adelante. El control de nuestros sueños nos brinda la posibilidad de orientar nuestras vidas, aprovechar su fuente de creatividad y encontrar las soluciones que no podemos encontrar en estado de vigilia.
Una noche con malos sueños nos afectan durante el día mientras los buenos sueños nos vuelven más optimistas. Al tener la posibilidad de cambiar nuestros sueños nos liberamos de las pesadillas y nos revelan un potencial que no conocíamos de nosotros mismos.
Guía de Psicología 2000















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