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vendredi 10 juillet 2015

Consagración a Mi Inmaculado Corazón: Sólo os queda orar y reparar.

Tomado del Libro: “María, Maestra de los Apóstoles de los Últimos Tiempos, Tomo I, Consagración a Mi Inmaculado Corazón” (Ene 2010)Revelaciones dadas a Agustín del Divino Corazón – Manizales, Colombia
MaríaMaestradelosApóstolesdelosÚltimosTiempos
Consagración a Mi Inmaculado Corazón (2010)
Día 18.  Sólo os queda orar y reparar[1]
Enero 10/2010 (7:14 am)
“Hijos Míos: Os he estado recordando por última vez, algunos de los Mensajes que he dado en varias partes del mundo, como en La Salette, Akita, Garabandal, Fátima y a Mi hijo predilecto, Stefano Gobbi, entre otros; pero Mis Palabras no han sido del todo escuchadas, sólo los corazones sencillos las acogen, las guardan con recelo como perlas finas, como tesoros del Cielo.
¡Cuánto deseo que la humanidad entera abriera sus ojos a la realidad de los acontecimientos! Acontecimientos que demuestran que: estáis en el final de los tiempos; el libro del Apocalipsis va en la mitad del camino. Cuánto deseo: que la humanidad entera estuviera atenta y preparada al retorno glorioso de Cristo; que despierte de su somnolencia espiritual e inicie de inmediato un proceso de conversión perfecta y transformadora. Cuánto deseo que la humanidad entera atendiera a la voz de los profetas; profetas que en este final de los tiempos están allanando caminos como San Juan Bautista, porque la segunda venida del Mesías está muy próxima. Cuánto deseo que la humanidad entera comprendiera que la Iglesia pronto llegará al Viernes Santo; Viernes Santo que la purificará, la probará, hasta que brille en su máximo esplendor. Cuánto deseo que la humanidad entera se Consagrara a Mi Inmaculado Corazón y formase parte de Mi ejército victorioso. Ejército que verá el Triunfo de los Sagrados Corazones Unidos y Traspasados. Cuánto deseo que la humanidad entera se uniera al Apostolado de Reparación. Apostolado que menguará las fuerzas del adversario. Apostolado que adelantará el Triunfo de los Sacratísimos Corazones. Apostolado que abrirá las puertas de la Nueva Jerusalén. Apostolado que extinguirá las densas capas de oscuridad que cubren la Tierra. Cuánto deseo que la humanidad entera hiciese muchísimos actos de reparación; actos que merman la Justa Cólera de Dios. Actos que abrevian aún más el tiempo, porque los hombres corren alto riesgo de perderse.
Cuánto deseo que la humanidad entera sienta la necesidad de visitar el Santísimo Sacramento; porción del Cielo en la que habita Jesús. Porción del Cielo poco frecuentado y visitado. Porción del Cielo, muchas veces profanada.Cuánto deseo que la humanidad entera no dudara más de Mis Apariciones, de las manifestaciones del Cielo; entended que éste es el tiempo de María y del Espíritu Santo. Cuánto deseo que la humanidad entera compartiera, al pie de la Cruz, los Sufrimientos de Mi Hijo Jesús; porque son muchos los hombres que hieren Su Sagrado Cuerpo con el pecado. Cuánto deseo que la humanidad entera entendiera que la hora de la gran prueba ha llegado, porque son muchos los errores que se están difundiendo, muchos Pastores no están atentos a los lobos vestidos de corderos; lobos que se han introducido en la Iglesia para llevarla a la destrucción. Cuánto deseo que la humanidad entera rezara por la salvación del mundo; mundo que ha tocado el fondo de la perdición y de la impiedad extrema. Cuánto deseo que la humanidad entera contribuyese al Triunfo de la Divina Voluntad, viviendo en estado de Gracia, haciendo siempre lo que Jesús os diga. Cuánto deseo que la humanidad entera encontrase en Mi Inmaculado Corazón, un Refugio seguro en este tiempo de tribulación y de justicia.Cuánto deseo que la humanidad entera se preparara en oración, ayuno, mortificación y penitencia, porque la gran crisis de la Iglesia se avecina.Pronto entrará en la agonía y pasión más dolorosa; pronto será abandonada por muchos de Mis hijos; pronto será teñida de rojo por la sangre que derramarán algunos de Mis hijos predilectos y algunos laicos fieles a la doctrina predicada por Jesús. Pronto el Castigo azotará a este mundo pagano,mundo sin ley y sin Dios. Pronto la Tierra será purificada por una lluvia de fuego; Tierra que será completamente renovada para, así, recibir al Rey del más alto linaje vestido de resplandor y de gloria. Cuánto deseo que estos Mis últimos Mensajes se difundan por todo el mundo. Es el último llamado angustioso para toda la humanidad. Son las últimas advertencias, para este tiempo de tribulación y de justicia. El tiempo se os acaba, los dolores de parto ya han comenzado, el hijo de la perdición se prepara para tomar la silla de Pedro que dentro de poco estará vacía; sólo os queda orar y reparar.”

Virtud de la Serenidad
[2]
“Mi Inmaculado Corazón conservó la serenidad en cada una de las etapas de Mi vida, aun en las escenas más dolorosas de la Sagrada Pasión de Mi Hijo Jesús. Conservé siempre la calma, porque cuando se deja perder esta virtud se anida en el corazón la impaciencia y el ofuscamiento y éstos sí que son enemigos letales del alma; enemigos que son como langostas que destruyen y matan. La serenidad es suave oleaje y brisa refrescante, para los corazones agresivos e iracundos. La serenidad es dulce refrigerio, para los corazones melancólicos, tristes. La serenidad es viento suave, para los corazones inquietos, turbados. La serenidad es un torrencial de paz, para los corazones heridos y malogrados.
Hijitos Míos, guardé serenidad en la Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios. Me abandoné en Sus Brazos y proseguí Mi camino. Guardé serenidad en la búsqueda de posada en Belén, no Me desesperé, confié en Dios, Me puse en Sus venerables Manos. Guardé serenidad en la profecía del anciano Simeón, conservé sus palabras en Mi Corazón y emprendí marcha. Guardé serenidad en la pérdida y hallazgo del Niño Jesús en el Templo, cuando Lo encontramos no protesté ante Sus Palabras, meditaba en ellas día y noche. Guardé serenidad en la Crucifixión y Muerte de Jesús, a pesar de Mi dolor y llanto Mi Espíritu no se ofuscó, permaneció apacible. Hijos Míos, no os perturbéis ante los ataviares de vuestra vida; reconoced que un corazón siempre intranquilo es un corazón que aún no ha recibido a Jesús, no Le ha abierto sus puertas, no Le ha permitido entrar. La serenidad es Presencia de Dios, es joya diamantina para quien la posee. No la perdáis. Si carecéis de ella, trabajad arduamente en adquirirla y una vez la tengáis en vuestras manos guardadla en vuestro corazón y os sentiréis plenos, rebosados de Dios.”
Termina con el rezo del Santo Rosario, las Letanías y la oración final.
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[1] Agustín del Divino Corazón, Libro 12, ‘María, Maestra de los Apóstoles de los Últimos Tiempos, Tomo I, Consagración a Mi Inmaculado Corazón, Día 18’.
[2] Agustín del Divino Corazón, Libro 7, ‘María, Arca de la Salvación’.  Mensaje de María Santísima  en fecha: Diciembre 15, 2008.

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