03-07-2008
Jesús:
Apunta sobre la Devoción de los Últimos Tiempos: Es la Devoción del Amor, del Sagrado Corazón de Jesús.
En esta Devoción no cabe el odio. Y lo primero que tiene que hacer un alma es desprenderse de él para abrazarla. Por medio de María, por medio del Inmaculado Corazón de María. Que sea Ella la que triunfe primero verdaderamente en el alma.
Para eso, practicad mi Rosario todos los días, meditándolo y rezándolo con el corazón. Para los que se quieran dar más prisa o ser más avanzados, rezad las tres partes.
Consagraos enteramente a Ella. Vivid de Ella y para Ella. Todo lo vuestro en sus manos. Toda vuestra alma entregada y sencilla. Renunciando a los efectos del pecado, de la carne y del mundo en vosotros. Comprometiéndoos a vivir según el Evangelio. Y mi Reino podrá venir a vuestros corazones.
Primero, lo que quiero es un triunfo del Inmaculado Corazón de María en vosotros.
Renunciad a Satanás y a todas sus obras. Vivid en Gracia y para el amor. Buscando el bien de vuestros hermanos y cumpliendo santamente vuestras obligaciones de estado.
María os llevará a una comprensión profunda de la Verdadera Devoción al Corazón de Jesús.
«Verdadera», porque no es en unas prácticas frías y externas en las que quiere basarse.
Porque no es en un cumplir, mientras con mi vida manifiesto lo contrario al espíritu del Evangelio.
No es hacer un pacto externo con Jesús, por el que me comprometo a unas prácticas con Él a cambio de la Salvación.
No está en llevar estampas del Sagrado Corazón en la cartera o en los marca-páginas de los libros, que enseño para que todos vean mi «gran devoción.»
No está en confesarme sin propósito de enmienda, para luego volver a caer, sin espíritu de lucha.
Ni tampoco en hacerme Novenas para conseguir un plan humano a vuestra medida.
Si tenéis mi imagen puesta y entronizada en vuestra casa, ¡que vuestra vida se corresponda con lo que habéis consagrado! Retiro mi vista de los que me honran sólo con palabras y actos externos, pero no lo hacen con su corazón, que está lejos de Mí.[1]
La vida de los que viven verdaderamente mi Devoción se hace eminentemente eucarística. No hay Devoción sin trato, y trato íntimo.
Un devoto verdadero de mi Corazón hace oración diaria, amplia, en la que Yo me comunico y me manifiesto a él. En la que él busca mi Voluntad, y la halla.Salgo al encuentro de quien me busca.[2]
Un devoto de mi Corazón vive internamente su consagración a Mí en espíritu y en verdad, con palabras y obras. Confía en la Providencia, vive alegre y confiado de mi mano. Renuncia al pecado y todas sus obras. Su vida es transparencia de mi Corazón, de mi Amor. Todas sus cosas las tengo en mi Mano, porque él, cada mañana, las deposita allí.
Para un devoto de mi Corazón, el centro de su vida es la Eucaristía. En Ella viene a fundirse conmigo, en un solo Corazón. Para que mis sentimientos sean sus sentimientos, mis deseos los suyos.
En Ella viene a depositar su ofrenda como víctima con la Víctima para la salvación del género humano, sus hermanos. Su ofrenda como víctima al Amor Misericordioso, como Teresita. Según su espiritualidad.
De la Eucaristía sacará las fuerzas para combatir en el mundo. De Ella la visión sobrenatural a los acontecimientos que le rodean.
14-07-2008
Jesús:
«Sucederá aquel día, que de la Casa de Jacob brotará una Fuente»,[3] repartiendo sus gracias a diestra y a siniestra. A raudales. Del lado derecho del Templo, brotará un Manantial. Del Altar de Dios,[4] una cascada de Fuentes Cristalinas. De donde irá a beber mi Pueblo, que muere de sed. A comer, pues muere de hambre. Después del embargo al que le tienen sometido, ávido bebe de Mí, que me derramo en mi Amor, a ambos lados del Santuario. Brota y rebrota para mis ovejas una Fuente que no tiene fin, de la que beberán, pero no quedarán saciadas. Beberán, para volver a beber y no acabar nunca de gustar mis Dulzuras para con mi pueblo.
El Corazón de Jesús hecho Eucaristía, es esa Fuente que brota del lado derecho del Templo. Del centro de mi Santuario. De la que beben las ovejas hasta saciarse, para volver a beber hasta saciarse, y así inagotable, por años sin término, eternidad de eternidades. Es una Fuente inagotable, hasta en la eternidad inagotable. Por años sin término inagotable.
La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús.
¿Por qué «verdadera»?
Porque la Devoción al Corazón de Jesús llega en su cumbre con la Manifestación de la Eucaristía.
Porque Yo, en la Eucaristía, quiero mostrarme a vosotros tal cual Soy.
Porque mi Amor, contenido en Ella, no se puede contener ya más, y viene a explotar en mis más pequeños, en todos los que me sepan recibir.
«Venid a Mí todos los que estáis cansados, que Yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de Mí, que soy manso y humilde de Corazón. Porque mi yugo es llevadero, y mi carga ligera.»[5]
Subido en mi púlpito, subido en la peana de mi propio Sacrificio, soy como un Predicador. ¿Qué predico? ¡Amor, Amor, Amor!
Venís a Mí, ¿y qué os digo? Soy como ese elocuente enamorado que no se queda sin palabras ante su amada, sino que le canta su Amor de una y mil formas. Tan variadas como criaturas haya. Tan variadas como sois variadas mis criaturas. ¡Amor, Amor, Amor! Os canto mi Amor.
Que no diga mi criatura que no me oye, que no oye este Cantar del Amor. Tan sólo aplique el oído. Venga y aplique el oído. Venga a Mí y escuche.
¿Quién creó la tierra y cuanto contiene? Yo.
¿Quién hizo hoy para ti esa forma caprichosa de mi nube, y las dispuso de tal modo bellas que lograran agradarte?[6]
Hasta el cáliz de la más pequeña flor que tú un día contemplas y mañana está marchita, la he creado Yo por tu Amor.
El Creador del Cielo y tierra está hoy aquí, en la Eucaristía y canta para ti un canto bello de Amor. Un canto eterno de Amor.
Jesús, te has vuelto Poeta.
Poeta del Amor, Amor eterno. El Verbo Encarnado, la Palabra hecha Carne, ¿no tendrá Palabras para ti? ¿Es que puede alguien decir que vino a mi Adoración Eucarística y no salió consolado, escuchado, curado de todas sus dolencias?¿Puede alguien ponerse verdaderamente enfrente de Mí, Eucaristía, y decir que no me oye?
¡Oh, pobres sordos, que tenéis oídos para oír y no los utilizáis! ¡Ciegos, que ojos para ver y los tenéis tapados! Esto es lo que os impide acercaros verdaderamente a Mí, os impide verme y os impide oírme: El pecado.
¡Oh, que no tengan miedo mis párrocos a predicar conversión! ¡Que no teman hablarles de la vida empecatada que llevan y de que deben abandonarla si quieren venir a Mí y encontrarme!
¿Cómo pretender estar conmigo, contra Mí? Así no, así no estáis conmigo. No hay predicación del Reino sin conversión. Hay que abandonar la vida de pecado.
No, Yo no rechazo al pecador, pero que se convierta y viva.[7] Que vaya, y no peque más. Si no, nunca podrá tener el efecto en sí de la vida de la Gracia. Que no crea entonces que encontrará la paz, el amor y la alegría. No.
¿Que qué has de hacer? Dejarte invadir. Porque mira, hija, que mi Corazón busca derramarse en mis criaturas, y no encuentro ninguna que me quiera recibir.
Las visiones no son porque te encuentro perfecta, pero sí piden tu perfección. Por eso, hija, sé tú ese pozo abierto, deseando llenarse, llenarse de Mí. Amén.
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[1] Cfr. Is 29,13; Mt 15,8; Mc 7,6.
[2] Cfr. Sb 6,12.
[3] Cfr. Joel 3,18; Za 14,8.
[4] Cfr. Ez 47,1ss.
[5] Cfr. Mt 11,28-30.
[6] En el atardecer yo contemplaba así el cielo.
[7] Cfr. Ez 33,11.
[8] Me había retirado a un Centro de Espiritualidad para hacer Ejercicios Espirituales.
[2] Cfr. Sb 6,12.
[3] Cfr. Joel 3,18; Za 14,8.
[4] Cfr. Ez 47,1ss.
[5] Cfr. Mt 11,28-30.
[6] En el atardecer yo contemplaba así el cielo.
[7] Cfr. Ez 33,11.
[8] Me había retirado a un Centro de Espiritualidad para hacer Ejercicios Espirituales.
Fuente: http://vdcj.com/
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