Llegó la angustia. No se puede hacer nada sino dejar que el cuchillo se hunda cada vez más, y que una mano invisible me impida respirar. No hay defensa posible. Todo pierde su nombre, todo se viste de miedo. Aun el pensar en la poesía como posible salvadora me parece falso, neurótico.
Alejandra Pizarnik
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