Hoy comienza oficialmente mi semana.
El domingo hubo Elecciones Primarias (que poca originalidad lo nuestro, juas! ) así que las escuelas que se utilizaron para que vayamos a votar, el lunes por la mañana no tuvieron clases. Como mi Retoñor y mi sobri-retoñito (otro que de retoñito no tiene nada ya, ajaja!) van a la mañana y sus escuelas fueron utilizadas para el sufragio (que nivel, jajá), no tuvieron clases. Solo el turno mañana, los pobres pibes (niños) del turno tarde sí tuvieron clases normalmente.
Este mes de agosto hay que pasarlo, como siempre digo, y la verdad que ya se fue la mitad. Bien.
El fin de semana no solo estuvo movido porque fuimos a votar el domingo (y soy del otro 50 %, el que perdió, aclaro), si no porque el sábado me agarró un ataque de “limpiar/archivar/tirar a la basura” un montón de cosas que tenía en mi habitación, cosas inservibles y que solo juntaban tierra y cenizas.
Estuve un par de horas revisando, catalogando y tirando muchísimas cosas. Cosas viejas (yo me salvé, tranquilos, jajaja), cosas que uno guarda pensando que “para algo van a servir”, pero se da cuenta que solo sirven para juntar tierra y son completamente inútiles.
Encontré fotos muy viejas, ¡de mis ancestros!, ajajaa, sii, ¡fue re loco! Fotos de mi bisabuelo, cartas de mi bisabuelo a mi tía abuela y a mi abuelo, y hasta el documento de mi bisabuelo (que tengo que escanearlo para guardarlo en la compu); fotos mías de 1º grado, fotos de viajes y de mi adolescencia en esas fotos tipo polaroid ¡re desgastadas y descoloridas, jajaa!
La verdad que fue algo muy lindo encontrar esas cosas de mi “vieja vida”, cosas que creí perdidas porque me he mudado tantas veces, no solo entre provincias cuando era chica (mi papá era medio nómade, ajajaa!), si no acá en Trelew. Creo que en 30 años me mudé como 5 veces, y el tiempo que he estado “quieta” en una casa es en ésta en la que vivo ahora, que me mudé a fines del 2000 y ya no me mudo más… Aunque nunca digas nunca, ¡juas!
Pero no solo encontré cosas que creía perdidas y guardé, si no que encontré otras que tiré. Cosas viejas de más de 50 años… Cajas con papeles, hilos, agujas, lanas, todo con ese olor a viejo… ¡Jajajaa! Bueno che, yo les sentí olor a viejo, qué quieren que les diga…
Fue como una catarsis.
Soy de las que no se aferra al pasado para nada. Si bien tengo fotos de mi hijo y de mi familia, cartas viejas de mi mamá, cartitas de Damián con dibujitos que me mandaba al hospital Fernández cuando estuve internada, de amigas mías, de mi abuela que me escribió en una época difícil de mi vida (antes del accidente tuve mis épocas difíciles che, sobre todo porque fui media rebelde sin causa, ajajaa!), recortes de diarios… Cosas que me recuerdan el pasado, pero que no me atan al pasado, no sé si me entienden…
Las cosas que me recuerdan el pasado, sobre todo cuando hay situaciones que para no volverlas a cometer tenemos que recordarlas, ese tipo de “recuerdos” si los dejé. Los demás, los tiré a la basura. Tampoco crean que fueron muchas cosas, ¡ajajaa! , más que nada fueron papeles y cosas sin valor sentimental, por así decirlo.
Una de las cosas que tenía guardada era mi diario personal, el que llevaba cuando estuve internada en el Fernández después del accidente. Leí unas páginas y me acordé de tantas cosas, como una película en velocidad absurda, jajaja, pero que me dieron la pauta de que lo que pasé valió la pena. ¿Loco no? Pero eso es un tema para otro post, ¡ajaja!
Siempre fui de llevar diarios personales, creo que lo he contado alguna vez, pero cuando tuve el accidente, vendimos la casa y tuve que deshacerme de muchas cosas que la verdad, consideré necesario hacer. Más que nada porque tenía una “nueva vida”, no necesitaba recordar la vieja, porque las cosas no eran como antes y el ser humano tiende a hundirse en recuerdos que no ayudan para nada, a ponerse “anclas” que no permiten seguir adelante. Entre esas cosas que decidí deshacerme, porque fue una decisión que yo tomé, estaban mis diarios de la adolescencia, con cosas que escribe toda adolescente enamorada del amor, de la ilusión, de cosas que tengo atesoradas en mi mente y en mi corazón y que no hace falta que las lea para recordarlas. Tal vez suene egoísta de mi parte, ¿pero vieron cuando hay cosas que son de uno y de nadie más? Tal vez si hubiera tenido una hija mujer habría servido de algo, o no…, porque las experiencias son únicas e irrepetibles, y las cosas que puedo enseñarle a mi hijo de esa época de adolescente rebelde sin causa (bueno, hasta por ahí no más, jajá) que escribía en esos diarios, no son de “esta época”, así que lo que hago con respecto a compartir esas experiencias con mi hijo adolescente, es “traducirlas” al siglo en que vivimos y tratar sobre de que no cometa los mismos errores que yo cometí de adolescente, porque convengamos que hay cosas que por más que pasen los años, son típicas de un adolescente promedio, ajajaa! Menos mal que si bien en el accidente me golpeé la cabeza, hay archivos en mi memoria (mi disco rígido sería, ¡juas!) que no han sido dañados, ¡ajajaa!
Bueno, volviendo mi fin de semana catártico donde limpiando tiré algunas cosas y seguí guardando otras, descubrí que:
- Tengo que digitalizar, ¡ajajaa!, ok, pasar a la compu el diario que escribí mientras estaba en el hospital para empezar con mi libro.
- Hay fotos que me hacen ver que si bien todo tiempo pasado fue mejor, el tiempo que vivo hoy, mi presente, es también un tiempo bueno aunque esté en silla de ruedas, porque tengo muchas cosas para hacer, pero de a poco, piano piano, un paso a la vez.
- Las palabras se las lleva el viento, así que está bueno tener unas cartas escritas de puño y letra que contengan palabras de amor, de consuelo y sobre todo, palabras cargadas de sabiduría como las que me escribieron mi mamá y mi abuela.
- Hay cosas que solo juntan tierra, que no son de ninguna utilidad y que es mejor deshacernos de ellas para seguir adelante, sin ataduras.
- Que viene bien de vez en cuando realizar una “limpieza”, no solo de tierra, cenizas (si, había cenizas en lugares insospechados), si no una limpieza de “cosas” viejas que no sirven para nada.
La verdad que recomiendo hacer una buena limpieza de vez en cuando donde nos deshagamos de cosas que realmente no nos ayudan a seguir adelante…
Pero bueno, cada uno sabe que es lo mejor… Yo no me arrepiento, es más, pienso hacerlo más seguido, lástima que quedan pocas cosas que tirar, ¡ajaja!
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