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adstera

mardi 2 octobre 2007

Somos una gran familia. The End.

Ok., creí que los iba a dejar de torturar con esto de la familia :) ¡Pero no! Siempre me queda algo en el tintero!, o en este caso, en el teclado, jejejeeee..
Casi siempre, cuando uno termina en el hospital, nuestra familia de sangre es la encargada de velar por nosotros mientras dura la internación.
En mi caso, mi hermanita menor -ok., le llevo 5 años, pero siempre será mi hermanita Je! - fue quién dejó de lado su vida y se "internó" conmigo en el Fernández. Con solo 24 años, se convirtió en la hermana mayor, la madre y padre de quien escribe, (jijijiiiii....) , fue la encargada de pelear con médicos y enfermeras, conmigo, y con quien interfiriera en mi recuperación. Tuvo que aprender términos médicos, a realizar curaciones, a drenar abscesos, a destapar vías de suero; recordarle a las enfermeras que había que cambiar el suero, de hacer de enfermera y bañarme cuando era necesario, en fin!, fué mi Ángel de la guarda durante 14 meses. Después quedó embarazada de mi sobrino (predilecto..., pero que no se enteren los otros dos enanos de la familia, hijo e hija de mis hermanos varones, jejeje..), así que...¡chau mi Ángel de la guarda!, tenía a alguien más importante que cuidar!!! Las que somos madres, sabemos que nuestros retoños son lo primero.... A partir de la 2º internación, ella viajó conmigo, mi hijo y su panza, me dejó internada y volvió a casa a esperar a su primogénito.
Me quedé... S-O-L-A... a 1500 kms de casa, de mi hijo y de mi familia....
¿Qué hice?, 1º... llorar como una descosida... y 2º: ajo y agua... Perdón por la expresión, pero eso significa: ajo... robarse y agua...ntarse!!! Ja ja ja ja... Muy gracioso, pero muy cierto....
¡PERO!..., aprendí que uno nunca está solo...
Encontré, a parte de los médicos y enfermeras, personas maravillosas que hicieron de hermana, madre, padre, abuela y abuelo. ¡¡¡Hasta de hijo!!! Fueron mujeres, hombres y jóvenes que ocuparon el vacío y lo llenaron de amor, comprensión y solidadridad.
Por un lado, estaban las otras pacientes de la sala, cada una con un hueso distinto quebrado, así que estábamos las que permanecíamos en cama o en la silla de ruedas y las que caminaban.
Como era la 2º vez, ya estaba más canchera con el asunto de estar internada, así que como podía subirme a la silla de ruedas solita, en cuanto podía, me iba a pasear y visitar a "las chicas". Nos juntábamos en el balcón a tomar mate, gasesosa, o simplemente a mirar la calle y ver la gente pasar. Cuando estaban recién operadas y nos las dejaban moverse, nos juntábamos en la habitación y nos chusmeábamos todo! ¡La de retos que nos ligamos!, pero...¿quién nos quitaba lo bailado?
Como yo estaba sola, los familiares de "las chicas" eran mis familiares!. Me hacían mandados, me empujaban la silla cuando íbamos a dar una vuelta en el pasillo o al balcón. Me cuidaban cuando me operaban. En fin... hacían de mi familia...
Extrañaba horrores a mi hijo, a mi hermana, había días en que amanecía tristona y sin ganas de hacer muchas excursiones "pasillezcas" o "balconezcas", pero siempre llegaba alguien que me levantaba el ánimo; o había alguien de peor humor y le íbamos a levantar el ánimo a ella.
En las circunstancias más extrañas, se puede ver la bondad y la caridad de las personas.
Como dice la canción: ""quién dice que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón..."
Muchos vinieron a ofrecer su corazón, su hombro, sus manos y sus brazos para hacer de mi experiencia hospitalaria algo inolvidable.
Inolvidable no solo en el hecho de pasar una experiencia traumática y salir adelanete, sino, inolvidable porque conocí Buena gente, gente que hizo huella en mi corazón, que dejó su marca. Así como tengo marcas que me hacen acordar todo lo que pasé, cicatrices en mis piernas, en mi brazo, una que otra que asoma por mi cuello (otro de los milagros de salir por el parabrisas trasero, es que mi cara no sufrió un rasguño, todas mis marcas están del cuello para abajo...), que son difíciles de tapar, pero que llevo con orgullo!, tengo marcas en mi corazón de mis amigas y amigos que encontré en el Fernández.
Fueron muchísimos!!!, demasiados para ponerlos a todos, no me alcanzaría la página!, pero quiero nombrar a una en representación de todos, quién hasta el día de hoy, nos hablamos por teléfono para el día del amigo, Navidad, cumpleaños o cuando tenemos ganas de escucharnos un rato.
Ella es María Luna. Una sobreviviente. Las pasó feas!, pero salió adelante!!!
Bueno, creo que habiendo hecho mención a todos los que ayudaron en mi vida, después del vuelco :) puedo empezar a contarles como se hace para ser feliz, y no morir en el intento, en una silla de ruedas!
Hablando de María!, la voy a llamar y le voy a contar que lea el blog, y de paso, que avise así lo leen todos. Ella se mantiene en contacto con Elcira - mi enfermera preferida - y con algunos de los sátrapas, perdón, doctores lindos que nos cuidaron :) jejejejeee.... Bueno ché, un poco de autopublicidad no viene mal :P

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