“Chispita*” a pesar de todo.

Hoy me levanté “chispita” a pesar de todo.

*Cuando decimos que andamos “chispita*” (derivado de chispa) es porque estamos de buen humor. Ojo, que yo me levanto de buen humor, pero a veces de más buen humor que lo normal, es decir que me levanto más “chispita” (?), ¡ajaja!  

(Fuente de la imagen de la chispitas )

Pero no solo me levanté chispita por el buen humor, sino que como todo tiene que ver con todo (dijera Pancho Ibáñez) mi electricidad estática se ha visto magnificada (?) por mi pantalón que tiene fibras de nylon mezcladas con la tela y eso hace que cualquier fricción produzca una pequeña descarga eléctrica que se siente como pinchacitos (¿existe esa palabra? Parece que sí porque mi corrector no me botoneó – avisó – subrayándola, ¡juas! ) y cuando está todo oscuro hasta se pueden ver las “chispitas” .

Vamos, ¿quién no ha recibido una pequeña descarga eléctrica cuando fue a abrir una puerta y tocó el picaporte? ¿O quién cuando era chico, si estaba alfombrado el piso, no caminó arrastrando los pies y después fue y tocó a alguien para que le de “electricidad”? Bueno, mi hijo lo hace, ¡sépanlo! 

La víctima de mi electricidad estática  - sin alfombra incluida porque no tengo acá en “mi parte de la casa” – entiéndase la planta baja -, jajá - del día de la fecha fue Felipe (mi pastor alemán de casi 6 años que es mi retoño de 4 patas ) ya que se acercó como todas las mañana a darme su “beso” en mi nariz  y salieron chispas, pobre…   (Ah si, nosotros somos así, nos damos besos esquimales nariz con nariz o en este caso hocico - nariz, juas).

Se supone que si estoy en wheelchair/silla de ruedas las ruedas de goma deberían aislarme de ese tipo de “descargas” pero no, creo que mi carga positiva (y más vale, ¡ajajaja!) es tal que no hay ruedas que la aíslen…

 Y bueeeno, si no me alabo a mí misma (?) ¿quién lo va a hacer?

[Información: El término electricidad estática se refiere a la acumulación de un exceso de carga eléctrica en una zona con poca conductividad eléctrica, un aislante, de manera que la acumulación de carga persiste. Los efectos de la electricidad estática son familiares para la mayoría de las personas porque pueden ver, notar e incluso llegar a sentir las chispas de las descargas que se producen cuando el exceso de carga del objeto cargado se pone cerca de un buen conductor eléctrico (como un conductor conectado a una toma de tierra) u otro objeto con un exceso de carga pero con la polaridad opuesta. Fuente (y no Pyerx, juas, chiste de ama de casa, ¡ajajaja!) Wikipedia.]

Pero no solo mi estado “chispita” se debe a la electricidad estática que acumula mi ropa - y que a veces mi Retoñor, sobri-retoñito, o mi perro son las víctimas más frecuente, ¡ajaja! -, sino que como soy tan optimista que doy asco, ando “chispita” casi todos los días. Y si, casi todos los días…, porque convengamos que si estuviera chispita/alegre/feliz todos los santos días sería muy aburriiiidoo… , así que como soy casi un ser humano (?) tengo días en que la “chispita” se toma un descanso.

Muchos de los que me conocen por 1º vez se sorprenden (y me lo dicen que es lo más gracioso ) de que yo ande tan “chispita” o de buen humor/ánimo a pesar de la wheelchair. Es más, los que me conocen desde antes del accidente que me dejó en wheelchair/silla de ruedas, también se sorprenden.

Creo, bah no, sé que el tema viene porque muchas veces la mayoría de las personas que están en silla de ruedas (ojo la mayoría, no todos, aclaro) dan una imagen de “pobrecitos” o su actitud refleja que están amargados y que pareciera que sufren un “castigo” por estar en wheelchair, sobre todo lo veo en los que antes caminaban – como yo – y por alguna razón terminaron en una silla de ruedas. Ojo, eso es lo que yo he visto o me he percatado y es mi opinión ¿eh?

Hasta cierto punto entiendo por lo que pueden estar pasando, pero no creo que esa sea la actitud, la de victimizarse.

No es fácil adaptarse a una “nueva vida” cuando te pasa algo imprevisible.

Siempre digo que desde que tuve el accidente y sobreviví, esta es “mi nueva vida” sobre ruedas y que aprendí a adaptarme a las circunstancias, y apliqué lo que me decía mi Mamá: La necesidad tiene cara de hereje. .

Al principio me deprimí, pregunté ¿porqué a mí?, pensé que era un “castigo” (y si, soy casi un ser humano, je je), y mientras estuve en Terapia Intensiva (por casi 3 meses) llegó un momento en que era tan grande el dolor físico y espiritual (mi mamá había fallecido en el accidente, mi hijo de 2 años estaba a 1500 km de distancia y todo me parecía tan injusto) que llegué a pensar que porqué mejor no me moría y dejaba de sufrir. Pero siempre mi mente (que es muy poderosa, doy fe y hasta los médicos llegaron a reconocerlo) en esos momentos grises casi negros en que trabajaba a mil, entre el dolor y la depresión (cuando estaba a punto de “tirar la toalla”), aparecía el recuerdo de mi hijo con su sonrisita perfecta, su naricita perfecta, su carita perfecta y decidía dejar de pensar pavadas y hacer todo lo que estaba en mi poder para salir adelante. Si, porque querer es poder y yo lo comprobé y lo compruebo todos los días.

Vuelvo a repetir, no es fácil adaptarse a cambios drásticos, sobre todo si esos cambios hacen que, de ser una persona independiente y que se llevaba el mundo por delante (si, esa era, bah, sigo siendo yo) termines en una cama de hospital después de sufrir un accidente automovilístico del cual no recordás que catzos pasó (y sigo sin recordar). Pero eso no es nada, en mi caso, encima de estar en esa cama venían los médicos y me decían que me iba a morir en dos semanas.

Pero a pesar de todo ese panorama, después de casi 3 años de cirugías e internaciones, de elaborar duelos y de entender que no tenía que preguntar ¿por qué a mí? sino ¿para qué…?, acá estoy vivita y coleando, sentada en una silla de ruedas y levantándome cada día “chispita” a pesar de todo…

No es fácil pero vale la pena intentarlo.