Un periodo crítico es el momento específico en el que un acontecimiento dado o su ausencia, tiene un impacto específico en el desarrollo. Esta idea surge de los estudios etológicos de Lorenz. Observó que los patos recién salidos del cascarón seguían instintivamente al primer objeto en movimiento que vieran, fuera o no miembro de su especie. Este fenómeno lo denominó impronta y creía que era automático e irreversible. Decía que la impronta es el resultado de una predisposición al aprendizaje: la preparación del sistema nervioso de un organismo para adquirir cierta información durante un breve período crítico en la vida temprana, pasado el cual, el aprendizaje ya no sería posible. Se ha observado que los periodos críticos no están absolutamente fijados: si se varían las condiciones de crianza para hacer más lento el crecimiento, se puede prolongar el período crítico. Algunos científicos sugieren que la ventana crítica y sus efectos incluso pueden revertirse.
En el caso del desarrollo humano, existen períodos críticos en el embarazo (caso de drogas o agentes tóxicos que pueden afectar más o menos al feto dependiendo del momento de ingestión) También durante la niñez, existen periodos críticos para el desarrollo adecuado si no se dan las condiciones adecuadas (por ejemplo, incapacidad para tener una percepción binocular de profundidad si no se corrigen ciertas atrofias musculares del enfoque o incapacidad para hablar correctamente sino reciben los estímulos adecuados en el momento adecuado).
Sin embargo, existe cierta controversia ya que múltiples aspectos del desarrollo humano, incluso los aspectos biológicos, muestran plasticidad en el desempeño o la posibilidad de modificarlos. Por ello se usa más el concepto periodo sensible, que serían momentos en el desarrollo en que un sujeto es particularmente susceptible a ciertos tipos de experiencias, pero nunca de forma determinante.
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