Desde el domingo que hace tanto calor que estoy más muerta que viva.
ODIO el verano, solo lo amé cuando iba seguido a la playa antes del accidente.
El calor me pone de muy mal humor… (Y convengamos que esta semana no es mi semana, y si quieren saber porqué se me van a leer este post que aclaro está sin imágenes por lo de mis ivanadas, jeje. Igual esperen que en unos días se enteran…)
No soy yo cuando hace calor, ¡sépanlo!
Recién a eso de las 5 de la tarde de ayer (27) empezó a correr una brisa de la costa, tibia al principio pero después fue transformándose en un bálsamo reparador y el calor empezó a desaparecer, no del todo, pero ya no era tan sofocante…
Lo bueno de la Patagonia es que podés morirte de calor un par de días con sus noches, pero seguro después viene el viento de la costa que refresca y te hace olvidar de los sofocones que tuviste durante casi 48 horas.
Ok, al menos mientras escribo esto (1:24 de la madrugada de este 28 de diciembre) el vientito que entra por mi ventana es súper fresco y me garantiza que:
¡Dormiré toda la noche con una frazadita! ¡Como a mí me gusta!
Igual no se crean que todo es color de rosa, seguramente cuando algunos lean este post, me “escucharán” en Twitter despotricar porque amaneció lindo pero a media mañana empecé a sufrir el calor, ¡otra vez! No me deja ser completamente feliz este verano…
Y para completar el día, y no es broma, tengo a las 18 horas reunión de Cooperadora. No pregunten… Ya me estoy tomando varios miligramos de diazepam para llegar como una sedita y no pasar con mi wheelchair por sobre ningún miembro de la cooperadora escolar y/o directivos, ¡ajaja!
Las chicas de la cooperadora. El vicepresidente está sacando la foto.
Bueno, espero que tengan un lindo martes, yo al menos intentaré que así sea… I promise… Lo prometo.
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